El
eco del pasado retumba en mis oídos, siempre aspiro a lo que el futuro traerá,
pero al mismo tiempo me gusta ver hacia atrás y ver que nos ha llevado a estar
en el presente que vivimos. La sociedad ha pasado por ciertos quiebres durante
los últimos cien años, los fuertes se mantienen firmes, algunos otros se
debilitan y los más débiles se quedan siendo simplemente historia. Para mí
cualquier publicación puede durar una eternidad, sin importar las guerras que
esta sufra, pero sin duda alguna necesita de un editor para lograr sobrevivir
en el tiempo, una persona clave que sepa que hacer y cuando hacerlo.
Mientras
se anunciaba que la Belle Époque había llegado a su fin, Vogue ya no podía enviar
sus publicaciones al extranjero y los insumos se volvían más escasos, en este
momento Vogue se encontraba en peligro de caer como Franz Ferdinand lo había
hecho en Sarajevo. Se encuentra en una encrucijada, la primera posible solución
sería que Vogue dejaría de informar desde Europa y se quedaría completamente
incomunicada por los siguientes cuatro años, la segunda y la escogida por Condé
Nast, fue crear una versión de Vogue británica, esta publicación llegaría de la
mano de la editora Elspeth Champcommunal.
Durante la guerra los bombardeos eran incesantes, Elspeth
debía buscar la manera de conseguir información para la publicación de la que
ahora era responsable tal como el artista que debía esconderse en el Cabaret
Voltaire para poder crear y expresarse libremente. La ironía que ahora yo pueda
conseguir esta información a un solo click me hace recapacitar y preguntarme
¿qué tan cierta es la información a la que estoy siendo expuesta cada día?.
Aunque
las décadas pasen, aún las personas creen que la moda no es relevante
durante períodos de guerra, pero todas concuerdan que la comunicación es un
pilar fundamental que nunca puede ser removido, creo profundamente que la moda
es un medio de escape entre las adversidades, por medio de esta la sociedad se
reinventa y expresa genuinamente lo que sus palabras no llegan a decir. Hoy no existirían los pantalones para mujeres, si la mujer no hubíera salido a las
calles a trabajar, no se hubiese concebido la idea de un Consejo de Diseñadores
de Moda de América o CFDA si Edna Woolman Chase no hubiese llamado a los
costureros de Nueva York a crear moda americana, o una versión trasatlántica de
Vogue si Elspeth Champcommunal no hubiese hecho un gran trabajo en Europa
durante la Gran Guerra.
A veces me encuentro soñando despierta mientras leo las
revistas de moda, pero este es precisamente el objetivo de las editoras,
hacernos soñar y creer en un estilo de vida imaginativo, soñar con una fantasía
mensual que se nos vende para decirnos lo que debemos ser y hacer. Fantasía que
se veía reflejada durante la Gran Guerra en las portadas ilustradas de Erté
para Harper’s Bazaar, período en que se redibujaba una sociedad en busca de
fantasía, confianza y optimismo, un rediseño de las percepciones de la belleza
y lo hermoso.
De cierta manera las publicaciones me dan el coraje que no
tomaría por mí misma, me dan confianza en hacer lo que quiero, como en su época
estas editoras lograron que las mujeres no temieran en robar prendas del
guardarropa empolvado de sus esposos y les dieron la confianza de salir a las
calles a trabajar y ganarse la vida por sí solas.
El trabajo de Edna Woolman Chase y Elspeth Champcommunal en Estados Unidos e
Inglaterra respectivamente, constaba principalmente de mantener a las lectoras
informadas del cambio social, estético y psicológico de la población mundial, pero
sus trabajos llegaron a ser más que solo comunicación, llegaron a ser el pilar
de los cambios que se verían en las siguientes décadas.
Con la rapidez en la que vivimos en la actualidad me es
difícil creer que toda la información e imágenes que nos bombardean diariamente
por medio de las plataformas de comunicación sean ciertas, que no sea más que
manipulación para que sigamos consumiendo lo innecesario, que sigamos creyendo
que lo que está del otro lado del océano es lo que necesitamos y queremos. Pero
definitivamente siguen siendo el llamado del cambio de las sociedades, siguen siendo
la expresión de lo que aún no percibimos.
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